T2E4 – Aportes de las Ciencias Sociales, Humanidades y Artes en el contexto socio-sanitario actual en Chile

El documento «Aportes de las Ciencias Sociales, Humanidades y Artes en el contexto socio-sanitario actual en Chile. Resumen para tomadoras y tomadores de decisión», surge de una iniciativa apoyada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. Durante abril y mayo de 2020, investigadoras e investigadores de las áreas de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades se reunieron en cuatro mesas de conversación, con el fin de compartir reflexiones y propuestas respecto a la situación de Chile en el contexto de la pandemia por COVID-19. Las recomendaciones ofrecidas en este documento están organizadas en cinco dimensiones: estado y sociedad, medios y tecnología, salud mental, prácticas culturales y territorio, cultura y subjetividades. Asimismo, el documento distingue entre recomendaciones de corto, mediano y largo plazo, y se expone, a modo de introducción, una breve descripción del contexto. Los diálogos fueron recopilados y editados por el comité redactor, con quienes conversaremos hoy. Nos acompañan Mariane Krause, Investigadora Asociada y consejera de MIDAP, y decana de la Faculta de ciencias sociales de la universidad católica. Carolina Gainza, socióloga, profesora asociada de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales y directora del Laboratorio de Investigación en Cultura Digital; Milena Grass, Profesora Titular de la Universidad Católica y directora del Núcleo Milenio Arte, Performatividad y Activismo; José Ortiz, investigador y docente, y Roberto Rubio, Director Departamento de Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado. Conduce la periodista Carolina Cares.

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Urgencias en Salud Mental: Carta abierta a Candidatos Presidenciales

Estimados(a) candidatos(a) presidenciales: En los programas respectivos de vuestros eventuales gobiernos, la mayoría de Uds. han presentado planes referentes a Salud Mental. En nuestra calidad de Instituto Milenio de Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP), centro científico financiado con dineros públicos, que reúne a más de 150 investigadores y académico/as de las áreas de la psicología, psiquiatría, ciencias sociales y de la salud, pertenecientes a distintas universidades nacionales, y que busca generar conocimiento basado en la evidencia para la comprensión multidimensional de la depresión en interacción con la personalidad, nos dirigimos a ustedes para solicitarles incorporen en sus respectivos programas de gobierno -e incluyan como tema relevante en los futuros debates-, nuestra propuesta para resolver la grave brecha existente en nuestro país entre las altas prevalencias de trastornos de salud mental en la población (lo que además ha aumentado significativamente durante la pandemia por COVID-19), y el escaso presupuesto público destinado a su tratamiento y prevención. Está claro que la prevención incluye acciones socio-políticas globales en relación a la desigualdad socio-económica, a la calidad de vida, la educación, etc. Sin embargo, debemos establecer prioridades, por lo que el financiamiento para la prevención y tratamiento en Salud Mental cobra gran relevancia para el desarrollo de las personas y del país. La prevalencia de los trastornos mentales en Chile muestra cifras alarmantes. Casi un tercio de la población ha tenido algún trastorno psiquiátrico en su vida, y el 22,2% lo ha tenido durante los últimos 12 meses. Los trastornos de ansiedad y depresión corresponden a los que presentan mayor prevalencia. En el caso del trastorno depresivo, un 9,2% de las personas lo han sufrido durante la vida y un 5,7% dentro de un año. Por otro lado, la prevalencia de trastornos debido al consumo de alcohol y drogas también es alta (11% y 8,1%, respectivamente) y la proporción de la población que presenta trastornos moderados (5,5%) y severos (3,3%) es relevante (1). Los estudios nacionales en niños, niñas y adolescentes (NNA) muestran una prevalencia de trastornos mentales del 38% (4 de cada 10), con un 43% en niños/as entre 4 y 11 años y un 33% en adolescentes (12 a 18 años) (2). Adicionalmente, la mitad de los adultos con trastornos mentales reporta haber presentado diagnósticos en salud mental durante la infancia y ausencia o insuficiencia de tratamiento terapéutico (3). La violencia intrafamiliar ha sido considerada una de las principales fuentes de trastornos mentales y de acuerdo a las cifras entregadas por UNICEF un 71% de los NNA chilenos, recibe algún tipo de violencia ejercida por alguno de sus cuidadores primarios (4). La evidencia muestra que los NNA que experimentan o son testigos de violencia, malos tratos o negligencia muestran dificultades para lograr los hitos del desarrollo esperados según su edad y un mayor riesgo de presentar trastornos conductuales, estrés postraumático, ansiedad y depresión (5). Lo anterior ha sido explicado a partir del impacto negativo de la adversidad y el trauma en la capacidad de regulación emocional, en las relaciones interpersonales, la memoria y la tolerancia al estrés (6). Se espera que producto de la pandemia y sus cuarentenas estos números aumenten. Así lo ha mostrado el “Termómetro de la Salud Mental en Chile” realizado por UC y ACHS en abril de este año. Éste indica que un 23,6% de los chilenos presenta sospechas o problemas de salud mental y el 45,9% evalúa que su estado de ánimo es peor o mucho peor comparado con antes de la pandemia (7). Un artículo publicado en octubre de este año en la prestigiosa revista Lancet, estima que en 204 países -incluidos los latinoamericanos- los trastornos depresivos aumentarán un 27,6% y los trastornos ansiosos 25,6%, lo cual evidencia aún más la necesidad de que el país se haga cargo de esta población (8). A pesar de estas alarmantes cifras, Chile presenta un importante déficit en el financiamiento de la salud mental si se compara con el promedio a nivel mundial. El presupuesto fiscal destinado a la salud mental en Chile apenas supera el 2% del total del presupuesto en Salud, cifra que está muy por debajo del 5,0% que se propuso como meta en el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría de los períodos 2000- 2010 y 2015-2025 (9, 10). Este presupuesto difiere considerablemente del promedio mundial, que alcanza al 5% del gasto total en salud (11). A su vez, la cobertura de atención en salud mental en Chile alcanza aproximadamente un 20% de la población, mientras que en países de medianos ingresos la cobertura alcanza un 50% (10). Estos recursos son insuficientes para alcanzar los objetivos trazados en materia de promoción, prevención y tratamiento de los trastornos mentales en Chile (12, 13), sobrecargando considerablemente al personal de salud mental y las condiciones en que se entregan los servicios existentes (10). La brecha aparece, entonces, cuando comparamos la escasa inversión pública con las estadísticas sobre prevalencia de enfermedades de salud mental. Esta brecha resulta en una significativa limitación en la entrega eficaz de los tratamientos, infraestructura y equipamiento en salud mental. En relación al tratamiento de las 85 patologías de salud que actualmente cubre AUGE/GES, sólo cinco (5,9%) corresponden a patologías neuropsiquiátricas (depresión, esquizofrenia, consumo de sustancias, Trastorno Afectivo Bipolar y demencias). Por otro lado, existe actualmente una brecha de 921 cargos de médicos psiquiatras adulto e infanto-adolescente para atención ambulatoria, mientras que para psicólogos(as), trabajadores(as) sociales, terapeutas ocupacionales, y enfermeros(as) la brecha es de 421 cargos (14). Así también, existe un déficit en la cantidad de Centros de Salud Mental Comunitarios, Centros de Apoyo Comunitario para Personas con Demencia, Hospitales de Día, Unidades de Cuidado y Rehabilitación Intensiva, y Hogares y Residencias Protegidas. De hecho, en Chile se requieren en total 1.209 de estos dispositivos de atención, pero la oferta es de 377 para todo el país. Incluso cuando se consideran las camas de hospitalización psiquiátrica, se calcula la necesidad de 2.226 camas y actualmente se cuenta únicamente con 1.433 (14). Contar con el presupuesto, infraestructura y personal necesario para tratamientos eficaces

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