Juan Pablo Jiménez, director de MIDAP, nuevo Profesor Emérito de la Universidad de Chile

Dirigió el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Facultad de Medicina, en el 2007 creó el programa inter facultades del Doctorado en Psicoterapia –que se imparte en conjunto con la Pontificia Universidad Católica, con colaboración de la Universidad de Heidelberg- y es uno de los fundadores en el 2014 del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad, MIDAP. Con ello, sentó las bases para la formación de una nueva masa crítica de académicos que ahondan en un mal que, en el Chile de la pospandemia, tiene una prevalencia un 20% mayor que en el resto del mundo. Todavía le quedan dos años a cargo del MIDAP el cual vincula, en la actualidad, a seis universidades albergantes. Nació de su interés –y de un pequeño grupo que en el camino llegó a superar el centenar de investigadores- por el aporte que la transdisciplina puede aportar en este ámbito de la salud mental. Y hoy no puede evitar sorprenderse por las más de 500 publicaciones en revistas internacionales que han logrado, calificando este éxito como impensado; “yo nunca pensé que íbamos a ser capaces”. Este nombramiento como Profesor Emérito lo encuentra, entonces, dedicado por entero a este legado, recorriendo su virtualidad institucional y, pese a ella, sus frutos en cuanto a la formación de masa crítica de nuevos académicos e investigadores en el ámbito de la depresión, y que hoy colonizan universidades y centros de estudios a lo largo del país. La clave, sostiene, es solo una: “pensar en red”. Historia de una estrategia exitosa El MIDAP es producto de una colaboración que partió con el “Grupo de Investigación en Psicoterapia y Cambio”, constituido en el año 2002 y liderado por la doctora en Psicología Mariane Krause. Más tarde, con la ampliación de disciplinas involucradas, este grupo postuló al concurso para transformarse en un centro de investigación de excelencia de la Iniciativa Científica Milenio (ICM), entidad dependiente en ese tiempo del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo del Gobierno de Chile. Es así como se conformó en el año 2012 el Núcleo Milenio “Intervención Psicológica y Cambio en Depresión”, donde se combinaron enfoques psicológicos, psicosociales y psicofisiológicos con el objetivo de revelar los procesos involucrados en el origen y mantenimiento de esta patología, además de establecer la efectividad de las intervenciones. Por su éxito, a fines del año 2014 se convirtieron en el “Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad”, uno de los primeros centros científicos latinoamericanos dedicados especialmente al estudio de la depresión, el cual busca lograr una compresión multidimensional de la enfermedad, estudiando sus variables genéticas, sociales, culturales y una perspectiva más compleja sobre la personalidad. Su meta es maximizar la efectividad de las intervenciones psicoterapéuticas, generando conocimiento que pueda nutrir las políticas públicas en salud mental en los ámbitos de prevención, terapia y rehabilitación. Sus instituciones albergantes son las universidades Católica, de Chile, del Desarrollo, de La Frontera, de Valparaíso y Diego Portales. “Ha sido como una culminación de una inquietud que he tenido siempre de la interdisciplina, de la transdisciplina. Hoy estamos en la fase de ver cómo sistematizar todo el nuevo conocimiento que hemos generado para sentar las bases de propuestas para políticas públicas, en estos dos años que nos quedan. Y de preparar la renovación, con un equipo nuevo de otra generación”, anuncia el doctor Jiménez. Respecto de este centro, comenta que “creamos una máquina, en el mejor sentido de la palabra. Empezamos a atraer a la gente, a establecer redes, a dar facilidades en el sentido de enseñarles a nuestros investigadores cómo publicar, cómo hacer asociaciones, cómo postular a fondos concursables. Al principio fue un proceso lento, pero ahora nos llegan entre dos y tres papers semanales de nuestros más de 100 investigadores; yo no alcanzo a tener, en la directiva, un panorama completo. Por eso es que estamos buscando métodos de inteligencia artificial incluso, para establecer los temas y áreas en las que tenemos mayor número de publicaciones”. Tras esos resultados, explica que “desde un inicio adoptamos una estrategia de desarrollo muy diferente a la del Hemisferio norte, que siempre compiten entre ellos; pasa lo mismo, de hecho, en la psicología y la psiquiatría del siglo XX que están totalmente fragmentadas en orientaciones ideológicas que no colaboran entre sí. Aunque luego de toda esta revolución de las neurociencias en la cual empezamos a entender que quizás la parte más importante del cerebro para la salud mental es la corteza prefrontal, el cerebro social, eso ha permitido la integración en un trabajo en red”. “Nosotros descubrimos que más o menos el 80% de lo que hacen o estudian las distintas orientaciones o corrientes psiquiátricas es común. Por ejemplo, un terapeuta cognitivo conductual y otro sicoanalítico creen que están aplicando estrategias particulares y diferentes, pero se ha visto que lo que mejora en una gran mayoría la adherencia a los resultados, son factores comunes entre todas las corrientes. Y el más importante de esos factores comunes es el tipo de relación o vínculo que se establece con el terapeuta: eso está fundamentado neurocientíficamente. Por eso era importante convocar a gente de todas las orientaciones y trabajar en los campos comunes; eso fue lo que hicimos hasta hoy, y es lo que nos ha permitido establecer una estrategia de desarrollo colaborativo. Ahora puedo decir que la estrategia ha sido muy exitosa”. “Nuestra biología es mucho más de lo que hemos pensado” La depresión en Chile antes de la pandemia, dice el doctor Jiménez, ya era un 20% más prevalente que en el resto del mundo: “es decir, si en otros países afecta al 5% de las personas, acá afecta a un 6%. Es un tema relevante. Pero vino la pandemia y se hizo evidente el tema de la crisis que tenemos de la salud mental, pues aumentó otro punto porcentual más aún”. Su más reciente línea de investigación ahondó, con financiamiento Fondecyt Regular, en la vinculación entre la adversidad de vida temprana y la patología del adulto. “Como médicos comprendemos la teoría de la patogénesis que plantea

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