Ana María Gallardo en CIPER: “La migración femenina presenta mayor riesgo de sufrir abuso, maltrato, pobreza e inserción en mercados de trabajo precarizados”

El 12 de octubre, CIPER publicó la columna de la Investigadora Colaboradora Ana María Gallardo, “El estrés de ser madre migrante”, en la que señala que “Chile se ha convertido gradualmente en un país de destino, con aproximadamente 1.462.103 personas extranjeras entre su población reciente. Una característica propia del movimiento local es que se trata de una migración Sur-Sur desde países latinoamericanos, tales como Venezuela, Perú, Haití, Colombia y Bolivia. Pero otra característica interesante de abordar, y de la cual poco se habla, es el índice de feminización de esa población migrante latinoamericana. De acuerdo a la Encuesta de Caracterización Socio Económica Nacional (CASEN, 2017), el 56,3% de la población migrante latinoamericana se compone de mujeres. Esta es

Y agrega que “ser migrante no es un factor de riesgo por sí solo. Sin embargo, las personas que migran están expuestas a múltiples factores estresantes durante su trayectoria. En términos generales, es distinto migrar para mejorar las oportunidades de desarrollo que hacerlo en condición de refugio. Un grupo intermedio lo componen los migrantes o refugiados económicos, quienes ven determinada su salida del país por apremios económicos, y que suelen cruzar fronteras sin haber obtenido los documentos requeridos, exponiéndose a inseguridades de orden subjetivo, jurídico, o a la explotación del tráfico de personas. Este es el contexto al que están expuestas hoy miles de familias que cruzan países esperando mayor estabilidad económica. Independiente del proyecto migratorio, la exposición de hijos e hijas a contextos de hambre, vulnerabilidad, escasez y riesgo psicosocial puede ser un acelerador a la necesidad de migrar, aunque sea en condiciones infra-óptimas. Es importante puntualizar que la migración tiene una arista más allá de lo económico; constituye un asunto humanitario al momento de convertirse en una «decisión parental» frente a contextos de riesgo para los hijos”.

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