Este trabajo presenta un modelo de acción psicoterapéutico cuyo foco es la construcción de vínculos seguros en la primera infancia como pilar fundamental para el desarrollo de una adecuada salud mental en la adultez.
La investigadora de MIDAP y docente de la Universidad Alberto Hurtado, Francisca Pérez, es una de las autoras del libro “Vínculos tempranos: Transformaciones al inicio de la vida”, el que fue lanzado recientemente y cuyo contenido es inédito, ya que a la fecha no existe ninguna publicación nacional que describa y reflexione acerca del trabajo en vínculos tempranos que se realiza en Chile.
La publicación busca ser un aporte para el debate público sobre primera infancia, y para la implementación de una política sobre el trabajo con familias. Además, pretende instaurar un modelo de enfoque preventivo, ya que mientras antes se intervenga, más oportunidades tendrá el niño de desarrollarse en un mejor ambiente. A pesar de que el libro está pensado para el mundo académico, también está dirigido para profesionales de la salud que trabajen en primera infancia.
El libro, que se gestó desde el Programa de Intervención en Vínculos Tempranos de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, fue posible gracias a la adjudicación de un fondo concursable y en él participan como autores investigadores y colaboradores de la UAH. El libro consta de 4 capítulos teóricos y 6 capítulos de análisis de casos clínicos.
Francisca Pérez señaló que el trabajo que se hace es con las familias y con los infantes. “Las guagüitas desde que nacen ya transmiten un montón de señales que es muy importante aprender a leer. Por lo general, cuando los papás están con dificultades, ya sea sintomatología depresiva, estrés, conflicto de pareja u otros factores que puedan estar estresando esta relación, se les hace más difícil leer estas señales y poder responder a ellas. Entonces, es súper importante la participación de las guaguas en la sesiones, porque nosotros vamos ayudando a los papás a ´afinar` el ojo para poder leer estas señales y ayudarlos a desarrollar respuestas más sensibles”.
Sobre la importancia del trabajo en el ámbito de los vínculos tempranos, la investigadora indicó que “es la etapa en la que el cerebro se desarrolla con mayor rapidez y experimenta más cambios. Es una etapa muy permeable y en la que se van a ir generando ciertas pautas relacionales que tienden a mantenerse estables en el tiempo. Entonces, si durante el primer año de vida de la guagua intervienes en una pauta que está siendo disfuncional y logras modificarla, vas a estar previniendo en salud mental a futuro”.
“Cuando el hijo o hija va percibiendo desde chiquitito que sus necesidades no están teniendo respuesta por parte de sus cuidadores, el mundo para las guagüitas se va configurando como un mundo que puede ser hostil. Cuando una necesidad no es resuelta, la sensación de displacer que siente es importante. Por tanto, frente a eso va a tener que desarrollar una serie de mecanismos para poder defenderse, los que a la larga, en su desarrollo psicológico, va a significar que al crecer tengan una mayor predisposición a presentar psicopatologías de distintos tipos”, agregó Francisca.
En su camino como investigadora, Francisca Pérez se ha centrado en un modelo triádico de atención en familias, donde uno y ambos padres presentan sintomatología depresiva. Pero, además, se ha ido interesando en el término de “coparentalidad”, donde es más de una la figura que está a cargo de la crianza, y donde el infante puede desarrollar un vínculo fuerte con hasta 4 personas.
Cuando alguno de estos cuidadores “significativos” está con depresión, dicha persona se retrotrae y, en muchas ocasiones, pierde el contacto con el mundo exterior. “Los niños, desde pequeños, están muy ávidos de generar y establecer contacto. Cuando son chiquititos y todavía no pueden moverse mucho, predomina el contacto visual, el contacto a través de la piel, del cuerpo y del juego. Entonces, si hay una persona que está con dificultad para poder conectarse, esa necesidad de vínculo que tiene el niño, no podrá ser satisfecha”, explicó la psicóloga.
En este contexto, y como se describe en el libro recientemente publicado, las intervenciones en la primera etapa de la vida tienen un potencial único de prevención de eventuales problemas de salud mental en la adultez. A su vez, la maternidad y paternidad son una oportunidad para una profunda reestructuración de la identidad de los padres y de su relación de pareja. Todo ello transforma a las intervenciones vinculares en oportunidades únicas para el crecimiento.