Último Café Científico MIDAP de la temporada hizo valioso ejercicio de sensibilización entre los asistentes.
En congruencia con la actualidad nacional, el tema de cierre de la temporada 2018 de charlas de MIDAP para la comunidad general fue la Salud Mental en Familias Inmigrantes, pero con un enfoque especial: más que hablar del estrés o la depresión que afecta a los extranjeros que llegan a vivir a Chile, el encuentro fue una invitación a los presentes para pensar y sentir como si tuvieran que irse a otro país.
Ana María Gallardo, psicóloga UC e investigadora de MIDAP, fue la encargada de abordar el tema. Ella habitualmente atiende familias inmigrantes, y además su proyecto de Doctorado en Psicoterapia está enfocado en ‘Cogniciones y prácticas parentales en familias de niños haitianos’.
De hecho, según su experiencia, uno de los elementos que más se altera al empezar a vivir en Chile es la parentalidad, la relación entre padres e hijos, debido a que la cultura dentro del hogar no siempre es la misma que la del ambiente externo.
Si bien las costumbres de crianza en Chile han cambiado, hasta hace unos 30 años “nuestros padres eran la autoridad máxima, muy jerárquicos. Y esto es algo que en algunas familias de otros países latinoamericanos todavía se mantiene, lo cual es positivo también”, explica la psicóloga. “Pero ciertamente, cuando una familia extranjera llega a Chile y se encuentra con una forma de relacionarse más horizontal, le genera conflicto, porque el niño va a la casa de otros compañeros, ve otra forma de relacionarse entre sus amigos y sus papás, tal vez se da cuenta que ellos son más cercanos, hablan de tú a tú. Lo mismo, si una como psicóloga le pide a un papá extranjero que se relacione de manera más horizontal con su hijo, tal vez no le haga sentido la terapia porque estamos exigiendo una configuración familiar que es la nuestra, la que se está dando en Chile en esta época. Es un cambio cultural interno importante”.
En la charla, aparte de graficar la reciente tendencia migratoria hacia Chile, la profesional invitó a los asistentes a pensar en sus propias historias familiares, para recordar de dónde eran originalmente sus propios abuelos o padres y descubrir que el ‘irse a vivir a otra parte’ es algo más común y cercano de lo que se cree.
“Si uno sabe que su abuelo pasó por lo mismo, que le costó mucho, o la historia de un papá o una mamá que también tuvo que esforzarse, y que gracias al apoyo que recibió en ese proceso yo soy quien soy ahora y estoy donde estoy ahora, va a ser mucho más fácil poder ayudar”, planteó Ana María Gallardo.Esta invitación a empatizar con el que viene de afuera, reflexionando en lo que uno mismo viviría y sentiría si tuviera que irse a otro país, se vio reforzada en la charla mediante ejercicios concretos para imaginarse en escenarios de vida en el extranjero, sin familia, sometido a discriminación, a rechazo por lucir diferente o por no hablar el idioma local. Incluso algunos de los propios asistentes, chilenas y chilenos que estudiaron en el extranjero, relataron sus vivencias y enriquecieron la sesión.
“Siempre se ha hablado desde un enfoque mucho más social, pero verlo desde el punto de vista de Salud Familiar creo que nos abre la oportunidad de apoyar tanto a los padres como a los niños, al sistema familiar”, dice la psicóloga. “Incluso generar también sistema de apoyo para las educadoras, profesoras y profesores que trabajan en contacto con las familias, porque son las que más se han visto desprovistas de herramientas, y creo que ahí hay una línea de intervención súper importante”.
Y un dato final: si de empatía o solidaridad se trata, hay que considerar que -según el Instituto Nacional de Estadísticas- en 2017 había 746.465 extranjeros en Chile, cifra muy inferior a los 1.037.346 chilenos que actualmente viven en otro país, algunos de ellos acogidos e integrados a la comunidad, pero otros sometidos probablemente al mismo rechazo y estigmas de ser ‘un inmigrante’.