El 10 de octubre se conmemoró en todo el mundo el Día de la Salud Mental. En ese contexto, la Investigadora Asociada Alemka Tomicic, y el estudiante de doctorado Juan Pablo Pinto, escribieron columnas para El Mostrador y Ciper, respectivamente.
Este año, la Organización Panamericana de la Salud utilizó el lema: la salud mental es un derecho humano universal, el que propone una serie de desafíos y temas aún pendientes con las millones de personas que requieren atención especializada. El diagnóstico es claro: existen “barreras de acceso a servicios de calidad, reciben malos tratos, en algunos casos abusos, incluso en las instituciones de salud, en las que se esperaría debiesen ser cuidadas”, señala Tomicic en su columna.
Por su parte, Pinto agrega en su columna que “el acelerado proceso de modernización de la sociedad y las diversas reformas neoliberales de las últimas cuatro décadas han dejado como secuela una promoción de modelos del autocuidado y autogestión en lo referido al malestar y la salud, transfiriendo la responsabilidad del cuidado a las propias personas. Esto se suma a la persistencia de profundas inequidades de acceso a los servicios de salud”.
Y, si bien, en Chile se han implementado políticas públicas como la Ley de Garantías Explícitas de Salud (GES) que, efectivamente, han contribuido a mejorar el acceso de millones de personas a prestaciones de salud, aún no es suficiente. No solo en lo relativo a recursos, sino también a la comprensión de lo que significa la salud mental y todos los factores que la impactan.
“Más allá de su aspecto problemático, psiquiátrico y psicopatológico, debemos comenzar por cuestionar las separaciones que la evidencia científica ha mostrado, cada vez más difusas, incluso arbitrarias, entre lo psicológico, lo corporal, lo social y lo ambiental. Nuestro cuerpo no es un vehículo para movernos por la vida, es el escenario y productor de nuestras experiencias emocionales y psicológicas. Por ejemplo, el entorno social y político influye en gran medida en nuestra manera de experimentar y relacionarnos con otros, en la construcción de nuestra identidad, de nuestros proyectos vitales, en el sentido de justicia y reconocimiento, entre otros. El entorno ambiental, tan preponderante, influye no solo en el sentido de futuro, sino también en la posibilidad de recreación y disfrute, de desaceleración y de tranquilidad, o no, respecto a las condiciones de subsistencia”, señala Alemka.
Sobre el problema de la automedicación, abordado en la columna de Juan Pablo, comenta que “permite pensar nuestras formas de respuesta al malestar, a la vez que plantea cuestionamientos importantes a lo que entendemos culturalmente por bienestar”. Para Alemka, “hemos llegado a comprender que la salud mental no es un aspecto independiente de nuestro bienestar general; más bien, es parte de nuestros estados emocionales y cognitivos, de nuestro estado corporal y salud física, de nuestros entornos próximos –familia, escuela, universidad, trabajo–, sociales y ambientales, e incluso nuestro entorno político”. “Se trata entonces de una realidad cuya raíz no es sólo estructural, sino también cultural; y a la cual es necesario prestar atención como sociedad”, finaliza Pinto.
Lee la columna Salud mental: todo en todas partes y al mismo tiempo, de Alemka Tomicic, aquí.
Lee la columna 10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental, de Juan Pablo Pinto, aquí.